Los males que aquejan a nuestras instituciones públicas.
Con
la llegada del Ingeniero Juan Carlos Varela a la presidencia de la república de
Panamá en julio del 2014, han venido saliendo a la luz diversos casos de corrupción
durante la pasada administración, mucha gente se ha quedado atónita al ver los
grandes desfalcos que se hicieron a las arcas del Estado, naturalmente por que
los medios de comunicación se hicieron eco de tal noticia. La verdad, la corrupción
es algo que siempre se ha dado en todos los gobiernos, algunos dirán que la
diferencia radica en que durante la administración de Ricardo Martinelli se
sobrepasaron los limites; que sean las autoridades pertinentes las encargadas
de juzgar a quien haya que juzgar, si es que hubo delito alguno, el tema que en
verdad me llama la atención es un poco más profundo.
Mi
experiencia con las instituciones públicas.
Recuerdo
hace ya varios años atrás que mi mama me mando a la farmacia de la caja de
seguro social a buscar unos medicamentos que le habían recetado, era un día de
enero, vacaciones de la escuela, no les voy a mentir, en verdad no fui con la
mejor disposición, pues aquellos que han tenido la oportunidad de visitar
alguna farmacia de la caja de seguro social, sabrán que la atención y dicha estadía
no son de lo más amena. Llegue como a eso del mediodía, pensando que entre más
temprano iba, más temprano podría salir. ¡Oh, cuan equivocado estaba! Me acerco
a la ventanilla donde se entregan las recetas, allá me dan un papelito y me
dicen que me siente a que me llamen, eso fue a las 12:38 pm. Para hacer la
historia más corta, me llamaron (o mejor dicho llamaron el nombre de mi mamá) a
las 5:52 pm. Imagínense el nivel de enojo, en mi etapa de adolescencia, estar allí
toda la tarde, y aunque no lo crean; eso no me molesto para nada. Lo que me
molesto fue al ver el cartucho que el farmaceuta me entrega, hay parte de los medicamentos,
no obstante, estoy claro que no son
todos; pues la receta era bastante extensa y el cartucho estaba liviano. Noté
un papel adentro, aquel papel decía “ENTREGA PENDIENTE”. Esperé casi 6 horas
para que al final ni siquiera me entregaran todos los medicamentos que estaban
en la receta.
Tuve
la necesidad de visitar una estafeta de correos y telégrafos de la localidad,
con el fin de obtener información, eran casi las once de la mañana, un cielo
bastante despejado y una brisa casi veraniega, a pesar que eran finales de
noviembre, recuerdo.
Dicha
estafeta se encontraba vacía, de modo que me acerque a hacerle una pregunta a
una muchacha que estaba detrás de un vidrio. Ella solo dijo que esperara. Yo no
me moleste, a pesar que la estafeta estaba vacía, pensé que quizás estaba
haciendo alguna otra cosa. El asunto fue que espere casi una hora, ¿cuál era mi
pregunta? Simple, solo deseaba saber el costo de un apartado postal y si había alguno
disponible. Aquella joven, de unos 30 o
35 años tal vez, me puso a esperar una hora, para luego decirme que en efecto
no hay y que el costo es $28.00. Quizás muchos de ustedes que me leen sabían eso,
yo me encontraba ignorante hasta ese momento. Ahora bien, la muchacha no tenía
absolutamente nada que hacer, simplemente me puso a esperar porque si, sin
ninguna razón lógica; ¿qué culpa tiene el público que el funcionario de tal o
cual institución no sepa hacer bien su trabajo?, o quizás si lo sabe hacer bien
y simplemente no le da la gana porque pasa por un problema personal o económico.
Por
otro lado, recientemente visite el ministerio de comercio e industrias; específicamente
la dirección de derecho de autor, es allí donde se registran las obras
literarias (copyright), me encontraba haciendo los trámites relacionados con mi
más reciente libro. Llegue pasada las tres de la tarde al lugar, me atendió una
señora bastante amable; incluso al ver la portada de mi libro reconoció más o
menos el lugar (el caso antiguo, donde solía estar el famoso club de clases y tropas ) y el registro
de mi libro solo tardo a lo mucho cinco minutos.
Como
verán, la experiencia en una institución pública puede ser buena, o bien puede
ser mala. Es importante no generalizar.
¿Cómo la corrupción
termina por socavar la ética del funcionario público?
Es
precisamente en este punto, digamos que ese funcionario lleva trabajando tal
vez unos 15 o 20 años en la institución, ganando $400 o tal vez $500, con ese
salario en este tiempo coyuntural resulta difícil sufragar todos los gastos, ¿Qué
le queda a dicho funcionario en cuestión? Caer en algún acto de corrupción para
que pueda llevar algo más a su casa.
En
lo personal, si me lo preguntan, no puedo juzgar a aquel funcionario público
que busca la manera de llevar “alguito” más a su casa. Si dicho funcionario ve
que el director de la institución era un tipo de clase media y en menos de un
año compra casas, autos de lujo y encima tiene mucho dinero en el banco, es más
que obvio que caerá en la tentación, más aun si está comiéndose un cable.
Platón
en su obra “la republica” nos habla de la importancia que tiene un funcionario público,
dado el hecho que es un trabajo difícil, debe ser bien remunerado. Y en efecto,
hoy día un ministro o incluso el presidente de la republica ganan mucho dinero
al año e incluso gozan de un sin número de privilegios, ahora bien ¿qué hay con
aquel funcionario público que su labor es sacar copias o poner sellos en algún documento?
Nadie se acuerda de él.
A
mí me causa mucha gracia ver un comercial que hable sobre la corrupción, en
dicho comercial una señor se aproxima hacia la ventanilla donde esta una
funcionaria, el señor le entrega unos documentos para un trámite y la
funcionaria le responde que ese trámite tardara dos semana (o algo así,). El
señor le dice que si sería posible agilizarlo un poco, mientras deja caer algo
de dinero sobre el mostrador. La funcionaria indignada por el soborno hace un escándalo
y la moraleja del comercial es que hay que decirle “NO” a la corrupción y que
nosotros como ciudadanos debemos evitar sobornar a un funcionario público. La
campaña me parece una buena iniciativa, pero ¿por qué no comenzamos por los
mandos medios y los altos funcionarios del gobierno? Comprobado esta, cuando no
tienes nada, quieres un poco, cuando tienes un poco, quieres más, y cuando
tienes más, LO QUIERES TODO.
Como
dije anteriormente, no puedo juzgar (aclaro que igual está mal desfalcar las
arcas del Estado o sacar provecho de su posición para obtener dinero del público)
a aquel funcionario de $400 mensuales que busca la manera de llevar algo extra
a casa para sus hijos, pero si a aquel director de institución, ministro o
incluso presidente de la república, que a pesar de ganar un buen salario y te
gozar de un sin número de privilegios; busca la manera de como desfalcar las
arcas del estado. No es moral ni ético. Ambos roban, no se discute, pero el
funcionario de $400 al mes roba por necesidad; el alto funcionario roba porque
quiere ser millonario.
Es
necesario mejorar las condiciones de trabajo, salario y beneficios para los
funcionarios públicos, que los más altos directivos den el ejemplo, crear
conciencia sobre la importancia de ser un funcionario público y sobre resaltar
el aspecto humano en el trabajo.