domingo, 4 de octubre de 2020

Matrimonio igualitario en Panamá.

 

Empezaré este escrito definiendo la palabra ‘matrimonio’ según el diccionario de la real academia de la lengua española:

1. m. Unión de hombre y mujer, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses.

2. m. En determinadas legislaciones, unión de dos personas del mismo sexo, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses.

Ahora bien, yo como filólogo, me iré un poco mas allá, y le indicare la etimología de esta palabra, que proviene del latín matrimonium. Esta voz, en su origen, se encontraba formada por las raíces latinas matr-, procedente del vocablo latino mater, matris, que significa ‘madre’, y por el elemento -monium, que se empleaba para designar actos rituales o jurídicos.

Etimológicamente la palabra matrimonio hace referencia al estatus jurídico de una mujer casada, a la maternidad legal de esta, al derecho de ser la madre legítima de los hijos de un hombre, y a todos aquellos derechos que a partir de esto se derivaban para la mujer en la Antigua Roma.

Cabe destacar que, en latín, la unión legítima de una pareja no recibía el nombre de matrimonium sino de connubium. La palabra matrimonium evolucionó en el español para convertirse en la forma por excelencia para designar la unión de dos personas, ante Dios o ante la ley, a través de una serie de formalidades, para que mantengan una vida común y formen una familia. Es cierto que la palabra no es una marca registrada de ninguna iglesia y/o religión, no obstante, la etimología es clara.

Habiendo aclarado eso, utilizar el concepto de ´matrimonio igualitario´ es incorrecto, pues de acuerdo con el origen del término per se, era meramente con fines reproductivos, de modo que, en adelante, nos referiremos a ‘unión civil igualitaria’ en este artículo.

Es irónico que aquellos que dicen ser pro familia y apoyar la institución del matrimonio como tal, no salen a las calles a exigir la penalización del divorcio, pues mas que la unión civil igualitaria, el mayor enemigo del matrimonio como institución, es precisamente el divorcio. Es un chiste de muy mal gusto ver abogados, cuyo negocio por muchos años ha sido divorciar parejas, hablar que el matrimonio y la familia se respeta. Es importante resaltar que no son todos, pero si la mayoría; o al menos, los que hacen mas ruido en el acontecer nacional.

Ahora bien, en lo personal conozco personas que se han quedado junto a personas que no aman, simplemente por preservar este concepto idealizado (de naturaleza religiosa en su gran mayoría) del matrimonio y de la familia, a costillas de su propia felicidad. Se entiende y se les respeta. En ese sentido, por lo que he podio investigar, el movimiento LGBTQ+ no busca el reconocimiento por parte de la iglesia (de la religión que fuese) de una unión entre dos personas del mismo sexo, solo buscan que el reconocimiento ante la ley y que dichas parejas tengas exactamente los mismos derechos que una pareja heterosexual. Muchas dirán que quizás esos derechos civiles, o en el tema de herencia y demás, se puede resolver con algún tipo de contrato o documento legal, sin embargo dichos tramites hoy por hoy soy demasiado costosos y en este sentido, estaríamos ante una flagrante discriminación hacia las parejas del mismo sexo, cuando la constitución de la república de Panamá en el capítulo I ‘garantías fundamentales’, articulo 19 esboza de manera taxativa ‘No habrá fueros o privilegios personales ni discriminación por razón de raza, nacimiento, clase social, sexo, religión o ideas políticas´.

Entonces, ¿Por qué mezclar un tema religioso con una cuestión meramente legal? Usted al igual que yo podría no estar de acuerdo con el hecho que dos personas del mismo sexo convivan como pareja, por considerarlo que va en contra de los perceptos religiosos con los que fue educado, sin embargo, como ciudadanos debemos ser conscientes que los derechos humanos y las garantías fundamentales, van por encima de cualquier pensamiento individualista o dogma. Me parece realmente desatinado por parte de la iglesia católica, emitir opiniones en relación con este tema, cuando Jesucristo predicaba el amor, pareciera ser que los líderes religiosos locales promueven más la desunión y el odio. Jesucristo amaba al pecador, mas no así al pecado.

Al igual que el Papa Francisco I, yo siento que Dios no necesita ser defendido por nadie, y menos en redes sociales o medios de comunicación, tampoco creo que este de acuerdo con que su nombre sea usado para infundir el terror en otras personas no creyentes (si se hizo antes o se sigue haciendo por algunas personas que dicen ser creyentes, eso debe parar inmediatamente). Las religiones no pueden ni deben, ser utilizadas para incitar a la violencia, al extremismo o al fanatismo ciego. Vuelvo y repito, el hecho que esto exista aun en este tiempo coyuntural, no quiere decir por nada del mundo que sea lo correcto.

Otro de los argumentos que he podido ver de aquellos que se manifiestan en contra de la unión civil igualitaria, es que se trata de un mal ejemplo para los niños, y que crecerán pensando que es normal amar a otra persona del mismo sexo, este pensamiento desfasado no es más que el reflejo de una desconexión total de lo que pasa en el mundo, pues esos homosexuales que hoy salen a las calles a exigir igualdad, nacieron y se criaron en un hogar tradicional y religioso, entonces, ¿Dónde estuvo la ‘falla’? Por eso siempre he dicho que antes de debatir en un tema tan importante, hay que investigar y razonar de manera coherente. Que no les pase como algunos políticos que andan pasando pena en Twitter.

¿Estoy a favor de la unión civil igualitaria? En realidad, estoy a favor que todo ciudadano sea tratado por igual ante la ley y que no exista discriminación DE NINGUN TIPO, los derechos humanos y garantías fundamentales no son debatibles, y sinceramente deja mucho que decir acerca de nuestro país, que la comisión interamericana de derechos humanos, deban exigirles a nuestras autoridades que fallen en estricto apego al derecho, y a los convenios internacionales que Panamá se comprometió a cumplir.