Muchos politólogos consideran las elecciones de Jair Bolsonaro en Brasil, y de Donald Trump en USA como “anomalías democráticas”, un termino empleado para referirse a todo resultado electoral inesperado, y prácticamente imposible de predecir mediante encuestas. Ahora bien, para dar tal afirmación, es más que obvio que se desconoce por completo la situación política, económica y social de dichos países, que llevaron a estos señores al poder. Por ejemplo, en Brasil, venia de un gobierno nefato de Dilma Rousseff (quien dimitió al poco tiempo de haber sido reelecta para un segundo mandato por la presión popular y muchos escándalos) y fue sucedida por Michel Temer, que tampoco no era ningún angelito de la guarda, entonces ese fracaso de la izquierda liderada por el partido de los trabajadores, llevo fácilmente a Bolsonaro al poder. Habría que ser realmente ignorante o utilizar poco sentido común para haber visto venir eso.
En Estados Unidos ocurrió algo muy
particular, muchas encuestas por allá por inicios del 2016 daban a Hillary
Clinton como la ganadora indiscutible de la elección, sin embargo, muchas de
esas encuestas no tomaban en cuenta el sentir y el descontento de ciertos sectores
de la población en Estados Unidos hacia muchas políticas de Obama, y si a eso
le suma el hecho que Hillary y su esposo tenían demasiada cola que le pisaran, además,
el hecho que al presidente se escoge por medio de colegios electorales y no por
voto popular. Este caso particular, era necesario verlo con ojo muy crítico
para poder prever que la victoria de Trump seria indiscutible. La parte irónica
de este asunto es que todo aquello que le favoreció en el 2016, ahora le
perjudica para llegar a reelegirse en noviembre, a menos claro que ocurra algún
suceso muy trascendental que logre mover la intención de voto, un suceso como
encontrar la vacuna al covid-19 o un conflicto bélico causado por algún
supuesto atentado terrorista (en esto último los republicanos son especialistas).
Sucesos trascendentales que cambien
la intención de voto pueden ocurrir, paso en España en el 2004 con los
atentados terroristas del 11 de marzo, la opinión publica se mantuvo a que
Aznar era responsable indirecto de tan fatídico suceso, pues recordemos que,
durante su administración, España entro a cuanto conflicto bélico internacional
pudo, por eso es conocido como “el presidente de la guerra”. Aquí vino entonces
el PSOE y Zapatero, y nuevamente llega la izquierda al poder. Lo que pasó
luego, es historia.
En el espectro político panameño,
hemos tenido dos verdaderas anomalías democráticas, y una seguida de otra, la
primera tuvo lugar en el año 2004 con la llegada al poder de Martín Torrijos,
un hombre que si bien, era el hijo del general Omar Torrijos, recordemos que
era producto de una relación extramarital además que su madre era de estrato
social humilde. Quizás usted no lo vea como la gran cosa, pero si investiga
detenidamente en la historia republicana, se dará cuenta que tanto antes, como después
del proceso revolucionario, los presidentes siempre han sido personas de alto
poder económico, y miembros distinguidos de la aristocracia local. Y esto nos
lleva a la elección del 2009, donde un hombre con carisma, como Ricardo Martinelli,
le dio una aplastante derrota al todo poderoso PRD con sus mas de 700 mil
adherentes. Entendamos que la derrota del PRD en esta elección se veía venir,
la anomalía vino, al hecho de que se diera frente a un candidato como
Martinelli, que logró una alianza con el partido panameñista (que muchos
tampoco vieron venir), alianza que dicho sea de paso se terminó en el 2011 y
llevo a que hoy día tanto Varela como Martinelli sean enemigos acérrimos. Y
pese a los innumerables escándalos de corrupción durante su administración, Martinelli
es un sujeto que goza de mucha aceptación popular, y no es de sorprenderse que quizás
en el 2024 vuelva a ser candidato.
Otros lugares donde se han dado anomalías
democráticas han sido sin lugar a duda en Paraguay con la elección del obispo
Fernando Lugo, y en El Salvador con Nayib Bukele. El caso de Paraguay es
realmente lamentable, pues esos mismos que apoyaron a Lugo, se confabularon
años después en la asamblea para destituirlo por supuesto mal desempeño en sus
funciones; hecho que fue repudiado por muchos países de la comunidad
internacional. En el caso de Bukele, de momento cuenta con mucha aceptación popular,
mas no así con el apoyo algunos miembros del parlamento y algunos empresarios, además
de tener algunas intervenciones en redes sociales que realmente dejan ver que
lo que le falta de estadista y demócrata, le sobra en autoritarismo.
Toda anomalía democrática vendrá acompañada
de algún suceso trascendental, impredecible, y que, de último momento, cambió
todo el panorama, o un momento de despertar del letargo por parte de los
votantes, lástima que ese despertar no siempre sea para bien.