viernes, 24 de febrero de 2017

Nuestro papel frente a la corrupción que nos aqueja.


Corrupción, corrupción y más corrupción, ¡oh corrupción! No eres más que la meretriz de aquellos políticos que en un momento juraron servir a su pueblo, ¿Qué tan buena amante has de ser que todos caen rendidos a tus pies? ¿Qué has de tener que todos mueren por llegar hasta tu lecho?


Yo a veces me pregunto si aquel funcionario corrupto delinque por puro placer o por verdadera necesidad. Podría yo entender, mas no justificar, de alguien que gana quinientos dólares mensuales, y tiene a su cargo, tres chiquillos en edades escolares, préstamo hipotecario, préstamo de auto, financiera, y demás; pero los casos más sonados son de funcionarios de alto rango. Hombres y mujeres con salarios por encima de los tres mil quinientos dólares mensuales, ¿de qué estamos hablando? Que justicia podemos decir que nuestro ministerio público está administrando, cuando nuestra “honorable y respetada” asamblea nacional aprueba leyes para favorecer a aquellos corruptos. Es triste ver cuando tu propio sistema de justicia, en lugar de salvaguardar los bienes del Estado, solo busca salvaguardar intereses políticos y económicos. Lo que pasa es que aquellas “donaciones” de campaña, no eran mas que una inversión. Una inversión a corto y mediano plazo.

Nuestra América latina revuelta por el escándalo Odebrecht, ya los sacaron del Perú y en Colombia se están tomando acciones legales también para investigar. Aclaro que de Colombia no me sorprende nada, si vemos que muchos que formaron parte del gabinete del presidente Uribe, terminaron tras las rejas. En Brasil (país de origen de la empresa) vimos como su presidente termino encarcelado.
El resto de los países nos dan catedra en administración de justicia, nos estamos quedando atrás. No puede ser posible que con diligencia pudimos encarcelar al presidente de la corte suprema de justicia en el 2015.  ¿Por qué ahora no podemos impartir justicia contra una empresa privada y que para colmo es de capital extranjero? Es allí donde nos queda ese sabor en la boca a justicia selectiva. Era imperante sacar a Moncada Luna de la corte para poner a otra persona que fuese más “manejable”.

En la medida que exista una real separación entre los poderes del Estado, ser percibirá mejor que existe una verdadera justicia equitativa. Muchos de los problemas que afrontamos hoy día, son precisamente por el hecho que aquellos involucrados en actos de corrupción, son aquellos que sirvieron de “donantes” de campaña. Como analista político, puedo decir con propiedad que ese sistema populista es tanto o peor que el sistema socialista que vemos allá en ciertos países de Sudamérica. Cuando se es presidente de una nación, es importante dejar de actuar como un político en campaña y empezar a actuar como un estadista. Recordemos que la vida nos da solo ciertas oportunidades de pasar a la historia, son precisamente en momentos clave de la historia, donde podemos decidir si queremos pasar sin pena ni gloria, o hacer la diferencia.

Yo quisiera solamente dedicarme a escribir sobre el amor, sobre las personas, sobre la felicidad, sobre la familia y demás cosas que nos llenan como seres humanos, no obstante, como ciudadanos que somos; con voz y voto, es nuestro deber, y mas que un deber, UN DERECHO, el ser fiscalizadores de aquellos que nos gobiernan. Debemos ser parte activa en las decisiones que se tomen. Cuando el pueblo se desconecta de lo que pasa en su país; enfocado simplemente en trabajar, comer, dormir y esperar el fin de semana para ir al interior del país o tomar algunas cervezas con los vecinos o amigos; toman el control esos políticos corruptos y hacen toda clase de desmanes.



Dicen que cada país tiene el gobierno que se merece, entonces debemos ponernos a trabajar porque obviamente algo debemos estar haciendo mal, menos teoría  y más acción

viernes, 17 de febrero de 2017

¿Cómo saber que vives bajo una dictadura?



De un criollo a un conocido, que no hay peor ciego que el que no quiera ver, pues aquel que se miente a sí mismo, desarrolla la labia, para mentirle a otros, incluso aquellos que se jactan de gran sapiencia.

En una conversación profunda con su mulata, de esas conversaciones que el vulgo considera aburridas, y la gente “culta” las tilda de bizantinas, ella le pregunta ¿cómo sabes que vivimos bajo una dictadura?, - ¡oh! Amor mío, es muy simple- responde. Cuando te das cuenta que el gobierno te dice que puedes comer y que no; cuando el gobierno te dice que tipo de música puedes escuchar y cual no; cuando el gobierno decide que canales de televisión puedes ver y cuales no; cuando el gobierno te dice que libros puedes leer y cuales no; cuando el gobierno decide que puedes estudiar y que no; cuando el gobierno te dice si puedes o no salir de tu país; cuando el gobierno te dice a qué lugares dentro de tu ciudad puedes ir y a cuales no; ciertamente vives oprimida bajo una dictadura. Naturalmente ella se entristeció un poco al darse cuenta cuan crueles eran las palabras de su amado. Crueles, pero ciertas.  Quien te ama de verdad, no te miente. Basado en esa lógica, podemos decir con propiedad, que el criollo ama a su mulata.

Lo triste es que como cada cuatro/cinco/seis/siete años (dependiendo de qué país hablemos) ejerces tu llamado “derecho” al voto, sientes que vives en democracia. La democracia va mucho más allá de un mero trámite, ¿Dónde queda aquel ciudadano fiscalizador de la cosa pública? Aquel que participa activamente en las decisiones trascendentales, su voz solo cuenta para las redes sociales y para firmar peticiones en change.org, típico pensamiento de generación Y ( también conocido como millenials), solo se queja detrás de las redes sociales, se siente machito detrás de un ordenador, pero a la hora de salir a las calles y hacer la verdadera revolución, allá se queda calladito, pues alega que su gobierno tiene un ejército y estamentos de seguridad muy poderosos, y se siente indefenso ante ellos. Cabe resaltar que aquel ejercito a cuál el teme, cumple su función a carta cabal, la intimidación hacia un pueblo que solo busca ejercer su derecho inalienable a vivir en paz.

¿Qué es la paz? Según el gobierno dictatorial, es cuando nadie se queja por alguna mala decisión del gobierno; y todos viven en aparente “armonía”, con el salario que el gobierno decidió que debes tener, sin importar cuales sean tus competencias académicas o profesionales, jamás podrás aspirar a mas, pues si lo haces, no eres más que un burgués, que cree que el mundo gira en torno a si mismo. Recordemos que el gobierno es manejado por hombres (hombre en términos de especie y no de género, no sea que las grandes defensoras de los derechos de la mujer se den por aludidas), como tal, el hombre no es perfecto, es perfectible. Siempre habrá de basarse en ensayo y error. Dicen que es de humanos errar, mas es de sabios enmendar aquellos errores cometidos. En ese sentido, si el gobierno en cuestión se autodenomina “perfecto”, ¿Cómo ha de ser perfecto un gobierno que está regido por seres imperfectos?


Ese mismo criollo me pide opinión sobre el tema, ¿Qué puede hacer si el gobierno de su país es incapaz de brindarle las garantías individuales? Ese mismo gobierno que avasalla sus derechos humanos, cuya inseguridad se ha vuelto cosa del diario vivir. Me rio frente a él, no de la situación actual de su país o de su mediocre gobierno elegido “democráticamente”, sino del sarcasmo en sus palabras, cual sarcasmo que muchos no fueron capaces de descifrar. No podríamos culparlos, pues dicen que el sarcasmo es el tipo de humor de la gente “inteligente”. Le pagué con la misma moneda, y le dije: vente acá a Panamá y contribuye al “turismo”.