Por: Jorge Morales - Franceschi
El pasado 15 de marzo se dio
inicio con la llamada “jornada extendida” en ciertos planteles educativos. Esta
jornada consta de 8 horas de clase.
En teoría, parece ser una buena
iniciativa, pues siempre se ha conversado mucho sobre el tema que la jornada
regular no era suficiente para abarcar el material que el docente debe
impartir, sin embargo, surgen ciertas dudas con la llegada de la jornada
extendida, y es que la infraestructura de muchos de estos planteles, son utilizadas
en la mañana para escuela primaria, y en la tarde para escuela secundaria, eso
aunado al hecho que muchas áreas de nuestro país, carecen de agua potable, suministro
de energía eléctrica. Por ahora es solo un plan piloto que se está
desarrollando, pero a luces largas, es necesario hacer varios correctivos, si
esperamos que, en un futuro, esta jornada extendida se aplique en todos los
centros educativos.
En otro aspecto, llama mi atención
el tema del almuerzo. En muchas áreas del país (no hablo solo del interior,
incluso aquí mismo en la capital), los estudiantes deben viajar por muchas horas,
ya sea a pie o en autobús para llegar a la escuela, si a ese tiempo que el
estudiante invierte en ida y vuelta al plantel, le sumamos las ocho horas de
jornada extendida, naturalmente se hace extenuante para cualquiera. Aunque al
final del camino, cualquier sacrificio vale la pena, si la meta es buena.
Ahora bien, seria inverosímil pensar
que esta iniciativa va a resolver el problema actual del sistema educativo,
como dice una canción “sumar tiempo no es sumar amor”, aunque le metamos más
horas de clases a los estudiantes, no creo que eso vaya a resolver el tema de
los fracasos y la deserción escolar, tampoco siento que una reforma educativa
sea la solución. Muchas asignaturas y contenido per se, son parte de la formación integral de cualquier individuo,
cultura general.
Es incoherente pensar que existe
una solución única para el problema que aqueja el sistema educativo. Por lógica,
si tienes varios problemas que te aquejan, lo normal es que tengas varias
soluciones.
Un cambio en la metodología que
emplea el educador, de modo que, en lugar de maestros y profesores, tengamos facilitadores
y/o capacitadores. En lo personal, conozco muchos educadores que hacen un
trabajo excepcional, como agentes de cambio, no obstante,
existe cierto grupo de educadores que quizás hayan perdido ese amor por la profesión,
y les da exactamente igual si el estudiante aprende o no, si, a fin de cuentas,
igual le siguen pagando. Eso tiene que cambiar. Muchas veces el educador es el
modelo a seguir, le achacamos la culpa al sistema o al gobierno, señores ¿Quién
imparte las clases, el gobierno o los educadores? El gobierno tiene su función,
la de garantizar y promover un plan de enseñanza que se ajuste a las tendencias
de un mundo globalizado, el ofrecer infraestructuras y el material adecuado
para que el proceso de enseñanza sea óptimo, del mismo modo que procurar el
pago de manera puntual, del salario a los educadores.
El estudiante por su parte debe
mostrar interés en los conocimientos que se le imparten, pero ese interés solo
se consigue con una buena metodología de enseñanza, que el docente sea capaz de
captar la atención del estudiante, de modo que, aquella clase que el estudiante
antes veía como tediosa y aburrida, se vuelva toda una experiencia sin igual,
una aventura cada día.