De un criollo a un conocido, que
no hay peor ciego que el que no quiera ver, pues aquel que se miente a sí
mismo, desarrolla la labia, para mentirle a otros, incluso aquellos que se
jactan de gran sapiencia.
En una conversación profunda con
su mulata, de esas conversaciones que el vulgo considera aburridas, y la gente “culta”
las tilda de bizantinas, ella le pregunta ¿cómo sabes que vivimos bajo una
dictadura?, - ¡oh! Amor mío, es muy simple- responde. Cuando te das cuenta que
el gobierno te dice que puedes comer y que no; cuando el gobierno te dice que
tipo de música puedes escuchar y cual no; cuando el gobierno decide que canales
de televisión puedes ver y cuales no; cuando el gobierno te dice que libros
puedes leer y cuales no; cuando el gobierno decide que puedes estudiar y que
no; cuando el gobierno te dice si puedes o no salir de tu país; cuando el
gobierno te dice a qué lugares dentro de tu ciudad puedes ir y a cuales no; ciertamente
vives oprimida bajo una dictadura. Naturalmente ella se entristeció un poco al
darse cuenta cuan crueles eran las palabras de su amado. Crueles, pero ciertas.
Quien te ama de verdad, no te miente.
Basado en esa lógica, podemos decir con propiedad, que el criollo ama a su
mulata.
Lo triste es que como cada cuatro/cinco/seis/siete
años (dependiendo de qué país hablemos) ejerces tu llamado “derecho” al voto,
sientes que vives en democracia. La democracia va mucho más allá de un mero trámite,
¿Dónde queda aquel ciudadano fiscalizador de la cosa pública? Aquel que
participa activamente en las decisiones trascendentales, su voz solo cuenta
para las redes sociales y para firmar peticiones en change.org, típico pensamiento
de generación Y ( también conocido como millenials), solo se queja detrás de
las redes sociales, se siente machito detrás de un ordenador, pero a la hora de
salir a las calles y hacer la verdadera revolución, allá se queda calladito,
pues alega que su gobierno tiene un ejército y estamentos de seguridad muy
poderosos, y se siente indefenso ante ellos. Cabe resaltar que aquel ejercito a
cuál el teme, cumple su función a carta cabal, la intimidación hacia un pueblo
que solo busca ejercer su derecho inalienable a vivir en paz.
¿Qué es la paz? Según el gobierno
dictatorial, es cuando nadie se queja por alguna mala decisión del gobierno; y
todos viven en aparente “armonía”, con el salario que el gobierno decidió que
debes tener, sin importar cuales sean tus competencias académicas o
profesionales, jamás podrás aspirar a mas, pues si lo haces, no eres más que un
burgués, que cree que el mundo gira en torno a si mismo. Recordemos que el
gobierno es manejado por hombres (hombre en términos de especie y no de género,
no sea que las grandes defensoras de los derechos de la mujer se den por
aludidas), como tal, el hombre no es perfecto, es perfectible. Siempre habrá de
basarse en ensayo y error. Dicen que es de humanos errar, mas es de sabios enmendar
aquellos errores cometidos. En ese sentido, si el gobierno en cuestión se autodenomina
“perfecto”, ¿Cómo ha de ser perfecto un gobierno que está regido por seres
imperfectos?
Ese mismo criollo me pide opinión
sobre el tema, ¿Qué puede hacer si el gobierno de su país es incapaz de
brindarle las garantías individuales? Ese mismo gobierno que avasalla sus
derechos humanos, cuya inseguridad se ha vuelto cosa del diario vivir. Me rio
frente a él, no de la situación actual de su país o de su mediocre gobierno elegido
“democráticamente”, sino del sarcasmo en sus palabras, cual sarcasmo que muchos
no fueron capaces de descifrar. No podríamos culparlos, pues dicen que el
sarcasmo es el tipo de humor de la gente “inteligente”. Le pagué con la misma
moneda, y le dije: vente acá a Panamá y contribuye al “turismo”.