Por: Jorge
Morales-Franceschi
Me llama
poderosamente la atención, una serie de situaciones que veo al alrededor, en un
mundo con tanto acceso a material didáctico y cultura, surge la pregunta, ¿es
aceptable ser ignorante o ser estúpido en el mundo de hoy?
Antes que todo, es importante
conocer las diferencias entre estúpido y un ignorante. Un ignorante es aquella
persona que desconoce un tema en particular, en muchos casos (salvo algunas excepciones),
se abstiene a opinar de dicho tema y detenidamente para aprender y posterior a ello
investiga por su cuenta y saca sus propias conclusiones; como todo ser
racional.
El estúpido, es
aquella persona que desconoce un tema en particular, y aun así, opina y debate
sobre el mismo, no teniendo la más mínima idea de lo que está hablando y de
paso, colmando la paciencia de aquellos que lo rodean.
Cabe resaltar que no
es lo mismo estar educado a estar informado, la información no necesariamente
nos hace personas inteligentes y cultas, tampoco el hecho de haber leído muchos
libros o tener un sin número de títulos universitarios. Yo en particular, he
conocido personas con muchos títulos académicos, de cierto poder adquisitivo e
incluso con puestos de jerarquía en el gobierno, y no son personas para nada
educadas, muy por el contrario, más groseras y antipáticas no pueden ser. Del
mismo modo he tenido la oportunidad de compartir con personas que ni siquiera
ostentan un título de bachiller, y son personas con las que da mucho gusto y
placer conversar.
En mi opinión
personal, y sé que quizás muchas personas me criticaran, me parece que; en un
mundo tan globalizado como en el que vivimos, cosas como la ignorancia y la mediocridad
no son ya aceptables, es natural que todos seamos ignorantes de muchos temas,
pero está en nosotros mismos el decidir si queremos cambiar eso o no. Hay
muchas cosas que yo en particular desconozco y quizás muchos de ustedes que me
están leyendo puedan ilustrarme, del mismo modo existen sin número de temas que
domino a la perfección y de los cuales podría compartir con ustedes. El punto es, que nadie nació sabiendo la
verdad absoluta, pero no por eso, nos quedaremos viviendo en las tinieblas.
Antes, y yo sé que muchas personas que tengan más de cuarenta o cincuenta años
lo podrán corroborar, era más difícil realizar una investigación, era necesario
ir a la biblioteca nacional, leer varios libros, para luego sentarse en una máquina
de escribir y redactar un trabajo de calidad. Ahora, tenemos la biblioteca más
grande del planeta, el internet, tenemos acceso a información de todo tipo con
tan solo un click, y en cuestión de
segundos podemos incluso, conseguir la investigación deseada.
He aquí el motivo,
por el cual considero, que no es entendible ser estúpido, por ejemplo, si un
profesor imparte clases y dicho profesor utiliza algún termino que es
desconocido para mí, y quizás por muchas de la clase, tengo dos opciones, una
seria levantar la mano pedirle al
profesor que explique el significado de dicho termino, y la otra seria anotar
el termino y llegar a casa e investigar que significa. Es muy probable que
muchos se vayan por a segunda opción, ya que por temor a ser tildado de
“estúpido e ignorante”, se mantendrá callado. Lo cual está mal, pues como he expuesto
anteriormente, no es lo mismo ser estúpido a ser ignorante.
Veámoslo ahora en
retrospectiva, tomemos el mismo ejemplo del profesor que imparte la clase, un
estudiante, (que no tiene ni la más mínima idea de lo que está hablando el
profesor o cree tener más o menos una idea del significado de dicho término),
decide levantar la mano y comenzar a discernir sobre ese tema. El profesor,
naturalmente tendrá dos opciones, explicarle mediante conceptos, juicios y
razonamientos claros y coherentes que se encuentra equivocado o bien perder la
paciencia y decirle que está equivocado y exhibir al estudiante en frente de la
clase.
Hubiese sido más
sencillo para aquel estudiante simplemente, tomar las herramientas tecnológicas
a su alrededor y buscar el significado de dicho termino. Ahora, también es
importante entender que en pleno siglo XXI también existen personas que no
tienen acceso a ciertas plataformas tecnológicas, personas que residen en áreas
rurales y demás. Naturalmente, el acceso a una educación se hace un poco más
complicado, más no imposible, querer es poder. Yo hago énfasis en aquellos que
viven en la ciudad, con acceso a todas las comodidades, y aun así, prefieren
vivir en la ignorancia, so pretexto que, “muchas de las cosas que se aprenden
no las llegaran a utilizar jamás.
Esto me llevo, a otra
reflexión, si bien es cierto, en muchos países tercermundistas, al gobierno no
le conviene tener gente educada, gente que sea capaz de investigar y cuestionar
sobre las decisiones que se toman. En ese sentido, analizo lo siguiente, el
costo económico de tener a una persona sin educación vs el costo de educar a un
individuo.
En otras palabras, ¿cuánto
cuesta un bolígrafo y un cuaderno vs cuánto cuesta un arma y una bala?
Realizando algunos cálculos sencillos, es fácil llegar a la conclusión que
resulta más factible educar al individuo en lugar de alienarlo del sistema
educativo y a continuación aclaro el motivo de mi conclusión. Como Estado (no hablemos en términos de gobierno),
me ahorré el costo económico que representaba ese individuo en el sistema,
ahora bien, ¿cuánto me va a costar ahora hacerle frente a ese ciudadano que le negué
la posibilidad de estudiar y superarse, y ahora es un delincuente? Ahora, el
costo económico es mayor, pues debo armar a la policía para que le hagan frente
a esos criminales, una vez arrestados, deben ser juzgados y muchas veces es un
proceso largo y tedioso; además, debo construir cárceles para que dichos
antisociales purguen su condena, y para sumarle, como Estado, es necesario
proveerle alimento, acceso a la salud y programas de resocialización.
Todo esto se hubiese
podido evitar si el Estado como ente regulador garantizara la educación de alto
nivel.
En resumen, cada
quien tiene la “libertad” de decidir si se educa o no, el Estado debe
asegurarse que esa educación de primer nivel llegue a todos los ciudadanos por
igual, y el individuo como tal, pueda tomar la decisión que mejor estime
conveniente, que al menos tenga las opciones.
Para terminar, los dejo con esta cita del
sabio filósofo griego Aristóteles, cual he convertido en parte de mi filosofía de
vida:
“Somos
lo que hacemos repetidamente, por lo tanto, la excelencia no es un acto, sino
un hábito”.
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